jueves, 21 de junio de 2012

Los Tenenbaums. Una familia de genios (2001)


En la foto vemos como Gwyneth Paltrow y Luke Wilson desprenden esa mezcla de impavidez y concentración que a buen seguro les ha pedido Wes Anderson. En el fondo, Gene Hackman y Ben Stiller parecen estar enfrascados en una conversación. Hackman, que se ha quitado la vistosa chaqueta a rayas y las gafas que ayudan a dibujar el personaje de Royal Tenenbaum, parece llevar el guión en la mano. Wes Anderson tiene la vista perdida en el gún lugar cercano al objetivo de la cámara. Su aspecto es bastante distinto al actual. Ya hace tiempo que ha dejado de usar gafas, luce media melena y no le vemos jamás sin americana. Eso sí, en los rodajes suele llevar el bolsillo de la chaqueta tan atiborrado como el de su camisa.
Los Tenenbaums, según Wes Anderson, tuvo dos motores. Primero, contar la vida de un grupo de "personas que aspiran a algo que está más allá de su alcance". Y segundo, hacer una película de Nueva York. Planteado así puede parece una tontería. Pero justamente la gracia de Wes Anderson es construir un minucioso relato a partir de cosas como éstas. Y en esta película da un paso adelante estético que apuntala la pirueta: los planos cada vez tienden más a la simetría, el cuidado por el atrezzo se vuelve obsesivo y la paleta de colores es ya inflexible. Puede seguir pareciendo una tontería y, tal vez por éso, los hipsters suelen destestar a Wes Anderson. Digamos que su tontería es de otro tipo.
Es posible que en esta película haya llegado a la plasmación más nítida de uno de sus temas recurrentes: unos tipos, por más listos que sean, no consiguen que su familia deje de ser desestructurada. Pero creo que el hecho diferencial de Los Tenenbaums radica en lo otro, en la voluntad de hacer una película de Nueva York.
Wes Anderson es de Austin, Texas. Podriamos decir que es un chico de pueblo que se ha forjado una imagen ideal de la gran ciudad. Dice haber visualizado Nueva York a través de las lecturas de J. D. Salinger, Edith Wharton y Scott Fitzgerald. Y también a través de películas que, si exceptuamos las de Scorsese, forman un mosaico de lo más peregrino. De Vive como quieras (1938) a The French Connection (1971). O de La ventana indiscreta (1954) a The Warriors (1979). Sorprendente ¿no? Por ejemplo, La ventana indiscreta es una película cuya acción, en teoría, tiene lugar ven Nueva York, pero se rodó integramente els los platós de la Paramount en Hollywood.
Tras Bottle Rocket (1996) y Academia Rushmore (1998), Wes Anderson va a Nueva York a rodar su tercer largo. Lo hace acopañado por sus colegas tejanos: los hermanos Owen y Luke Wilson. Al igual que sus personajes, es un poco listillo, además de lector asiduo de New Yorker. Por tanto no va a renunciar a dar su particular visión de una ciudad que en realidad desconoce. Así es como su Nueva York en nada se parece a la que nos han mostrado Martin Scorsese o Woody Allen. Al evitar los referentes más reconocibles, prácticamente se inventa el paisaje. 
En la fotografía le vemos pensativo, concentrado. No es de estrañar, ya que Los Tenenbaums es un reto crucial en su carrera. Ya nada volverá a ser lo mismo. Y justamente por éso resulta curioso constatar como, al tiempo que va modelando su particular Nueva York, Wes Anderson reinventa su propia imagen. Ya no le volveremos a ver con este aspecto. A partir de ahora, se parecerá mucho más al Owen Wilson de la película.

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