miércoles, 20 de junio de 2012

El desprecio (1963)




Qué curiosa fotografía. El único que parece estar pendiente de Jean-Luc Godard es Jack Palance, allí sentado en el Alfa Romeo. Las actrices, Brigitte Bardot y Goirgia Moll, parecen ausentes, ni le miran. Y Michel Piccoli, con su sombrerito, se mantiene en segundo plano. Tal vez a alguien le llame la atención lo que Godard lleva en la mano, supuestamente las 132 páginas del guión. Será por la fama que tenía de pasar de los guiones. A mi lo que más me fascina son los carteles de películas que vemos pegados en la pared del fondo. ¿Están ahí por accidente? ¿Los ha elegido cuidadosamente Godard?
Como en tantas otras ocasiones, Godard en El desprecio nos ofrece cine dentro del cine. Por más que dijera que la novela de Alberto Moravia en que se basa la película no era más que una "lectura para el tren", contenía suficientes elementos que podían resultarle atractivos. Veamos un fragmento del primer capítulo: "Conocí a Battista, un productor cinematográfico, y escribí para él mi primer guión, trabajo que entonces consideré provisional -porque mis ambiciones literarias eran mucho más altas-, pero que, por el contrario, estaba destinado a convertirse en mi profesión. Sin embargo, y al mismo tiempo, mis relaciones con Emilia empezaron a modificarse en el sentido de empeorar. Mi historia empieza precisamente con mis comienzos de guionista y con el primer empeoramiento de las relaciones con mi esposa, dos acontecimientos casi contemporáneos y, como se verá, ligados entre sí con un nexo directo".
Michel Piccoli, tal como se ha recordado en tantas ocasiones, manifestó en el número 632 de Chahiers du Cinéma, que El desprecio era una película de Godard claramente autobiográfica. Para citarlo exactamente, era una obra "autobiográfica de ese momento de su vida: un momento de dolor, de cuestionamiento de si mismo frente al amor, a la literatura, al cine, al dinero". Por tanto no es nada extraño que el propio Godard aparezca en el film haciendo de ayudante de Fritz Lang, o que el operador de cámara sea Raoul Coutard. El simple hecho de que el admirado Fritz Lang se interpretara a si mismo es una declaración de intenciones inequívoca.
Y si hay una voluntad autobiográfica, podemos deducir que los carteles que vemos pegados en ese edificio de Cinecittà, están allí por algo. ¿De qué películas son? El primero, por la izquierda es de ¡Hatari! un film de Howard Hawks que en Italia se estrenó a primeros de diciembre de 1962. El cartel de al lado es de Questa è la mia vita, es decir de Vivir su vida, película del propio Godard estrenada ese mismo año. El tercer cartel, aunque es diferente, vuelve a ser de ¡Hatari! Si nos entretenemos un poco y visionamos El desprecio, hacia el minuto 20 encontramos la escena de esta foto y comprobamos que hay un par de carteles más. Primero el de Vanina Vanini de Roberto Rossellini que en italia se estrenó en 1961 y en Francia en 1962. Por último el de Psicosis (1960) de Hitchcock. ¿Tienen algo en común estas películas? Pues, sí. Todas ellas aparecen el los top ten que Godard confeccionó entre 1956 y 1965. ¡Hatari! ocupa el número 1 de 1962. La número 2 es Vanina Vanini y la 6 Vivir su vida. En cuanto a Psicosis ocupa la octava posición de la lista de 1960. Autobiografía estricta.

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